viernes, 12 de junio de 2009

Damas y caballeros, con su permiso

Distinguida Amaranta, permíta que este sencillo amigo suyo salude a todo un gran dama como es su caso, con un casto beso en la mano.

Permítame que le agradezca su afán por saber de mi bienestar y, estimada dama, espero que usted goce de toda clase de bienaventuranzas también. No puedo dejar de contestarle con el corazón en la mano: si estoy profundamente enamorado de la damisela Violeta, ella ha hecho mucho por mi.

En este breve espacio de tiempo, ella me ha convertido en un hombre nuevo. Disculpe si mis frases no gozan de la perfección que seria deseable, aún me hallo en el camino del aprendizaje correcto de este bello idioma denominado español/castellano, que tiene sus origenes en el latín, propagado por los romanos allá en épocas bien lejanas.

Señor Dubbo, en respuesta a su misiva-comentario, le pregunto si ello no le deviene una gran molestia: ¿A que viene tantas oraciones llenas de complementos directos e indirectos, tantas preposiciones y tantos pleonasmas dirigidas contra mi? Sepa usted, caballero, que mi amor por la damisela Violeta es humilde sí, dada mi posición social, pero sincero. Ella será quien juzgue quien debe ser su compañero por los amplios caminos de la vida que aún le quedan por andar.

Empero, debo decirle que no todo son desacuerdos con usted. Sí, a la damisela Violeta le queda muy bien el color amarillo, a decir verdad, le quedan bien todos los colores del arco iris.

Y ahora, con su licencia, me retiro a mis aposentos, pues me urge la labor de repasar el redactado del ejercicio de comprensión de texto que sobre la "Iliada" (Homero, siglo VIII, a.C.) debo presentarle a la damisela Violeta, en su faceta de profesora, y mientras me halle haciéndolo, aprovecharé para oir una vez más el 5º movimiento de las "Vesperae Solemnes de Confessor, Opus K 339", compuestas en 1780, durante su estancia en Brandinsburgen, bella localidad de los Alpes tiroleses ( en el Estado de Wassmurg, Alemania) , por Wolfgang Amadeus Mozart.

Queda de todos ustedes suyo afectísimo.
Carlos Pérez Martínez (otrora denominado el "Chukky")